miércoles, 6 de febrero de 2013

Tertulia.

La soledad se compensa con una copa de vino, un buen libro, encontrándonos a nosotros mismos.

El vino te lo debo,
¿Libro? "A Dos Manos" de Helena Arellano.
Sólo me hace falta encontrarte.
¿Dónde estás?

El vino también lo tengo, hay Chardonnay
y Malbec,
El libro te lo debo,
Pero historias podemos escribir.
Sólo me hace falta encontrarte.

¿Una historia "A Dos Manos"?

Son buenas...

Un mismo libro, dos escritores.

Es como una unión de pieles.
Pero esta vez, dos lápices audaces.

Una casa en el placer titulada "El Mirador"
con buena vista (esquive la redundancia),
y un rayo de sol que entra por la ventana de la cocina para llenar una copa de inspiración.
Y así, de esa forma, lograr exprimir la
tarde y morder el provecho.

O debajo de una luna, en una de esas
calles sin rumbo, sin ningún motivo más allá que mirarla juntos.

¿Y una terraza con mesa al aire libre?
Dispuesta para que la luz de las estrellas
se estrelle contra tu silueta y recalque el día.
Sobre mi techo hay una, tejado de
anhelos.
Dice que te espera.

Espero no mienta, porque dicen que los escritores hacen magia, magia que no es mentira ni es verdad.
Pero vaya que es difícil de descifrar.

Hace tiempo leí que no hay que creerle a un poeta, pero créeme que no miento.
El "ver para creer" no es tan malo como muchos dicen.
Usualmente lo toman como excusa para obligar confianza.
Quizás hasta mejor sea, si ves, estás, y si estás, estaré.

Veo más cuando cierro los ojos, así que opto por creer en lo que siento cuando no veo.
Pero si aseguras que frente de mí estarás,
permanezco entonces con los ojos abiertos.

Inmiscuirnos en una cena, rodeados de
dulces encuentros, de distinguidas nubes y climas de ensueño.

Desvelar la comida, arrastrar el presente
hasta que se prolongue lo suficiente, se extienda hasta lo necesario y justo en ese momento, comenzar a imaginar un "¿Qué pasaría si......"

No es necesaria una cena, una situación,
cuando dos quieren hacerse preguntas un beso es la mejor respuesta.

Un beso, una leve mordida, una cama, un callejón de deseo sin salida.

No sé por qué con sólo leer las primeras dos palabras de tus tres líneas ya deducía por donde venías.
Letras precipitadas que caen como lluvia, tal vez sea causa de la noche, de la inspiración o de... No sé qué.

El no sé qué camina descalzo, se
esconde en la noche, se entierra en la
pupila y junto con la inspiración, hace
derroches.

Desde mi cama te escribo, un ojo abierto,
un ojo en sueños.

¿Será que mi cama inspira?
O que ambos tomamos a nuestras camas como un campo predilecto de mejores acciones.
Siempre he dicho que cada cama es la
mejor nube en la que uno puede posarse, extraviarse, y un sin fin de posibilidades imaginarse.
Pero el mejor capuy se consigue en
nuestros sueños, así que me retiro y le
doy un espacio para que duerma.
La espero en mis sueños, por si desea
pasear un rato.

Si nos encontramos, por favor, haz que sea grato.
No he tenido el mejor de los días así que una ilusión mal no me caería.

Te prometo el mejor de los ratos. Y en
cuanto a las ilusiones, no tiendo a
desilusionar.
Retaremos a los sueños,
Desataremos la noche,
Olvidaremos el presente,
Tú y yo, a dos manos,

Una unión en la distancia.

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