domingo, 24 de marzo de 2013

El querer es un sentimiento bastante terco.

El querer es un sentimiento bastante terco,
Se revuelca en la necesidad de la necedad,
Le cierras la puerta y entra por la ventana,
Se regocija en la solitud de la soledad.

No hay momento donde se haga más presente ese sentimiento que cuando nos encontramos a solas, hundidos en pensamientos, resentimientos quizás.

Demando al tiempo por no cumplir su trabajo medicinal,
Por hacerse indiferente ante el presente,
Por explotar algarabía dentro de la tranquila utopía.

En ciertos casos las manijas del reloj se hacen ciegas ante la situación,
Permiten desamores y su prolongado olvido.

El querer no conoce de puntualidades, porque se desentiende de ellas,
Y por ende desciende en días donde no se le pedía.
Llega sin avisar, sin pedir permiso ni presentar informes,
Llega sin importar lo que pienses, lo que sientas, solo queda que te conformes.

Mezclar sentimientos con planes es la peor de las decisiones,
Puesto que son fluctuantes y siempre cambiantes,
Amar y vivir son cosas que van de la mano y a la vez se deben mantener separadas,
Saber amar, pero no depender del amado para vivir.

Exijo explicaciones del destino,
Exijo su hoja con los cálculos expuestos,
Exijo sus declaraciones,
Exijo sus razones para mis encuentros y despedidas.

Tanto cruza por mi mente que ya la sinapsis me electrocuta,
El deseo de buscarle lógica al mundo se ha convertido en mi necesidad de necedad,
Le cierro la puerta y entra por la ventana,
Trato de hacerme pensar que en el querer no existen razones, ni mapas en los corazones.

Pero luego recaigo y nuevamente pienso; El querer es un sentimiento bastante terco.

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